martes, 29 de noviembre de 2016

9 MEROWE y complejo Babel Barkal


Día 29 de noviembre. No me cabe duda de que este día estuvo protagonizado por un tremendo cansancio. Partí con 90 kilómetros por delante, más o menos como cada día, pero hubo dos protagonistas no habituales en este viaje: el viento en contra y la diarrea. Si a esto añadimos el calor, es sencillo imaginar todo lo mal que lo pasé en esta etapa. Mi destino nunca daba llegado. La jornada la fui llevando con lentitud y mucha paciencia, pedalear ligero por culpa del viento, y descansos frecuentes. Y mucha, mucha agua.


Eso fue todo, aunque aunque también hubo un rato para demostrarle mi cabreo a un tipo que se quiso pasar de listo cobrándome 10 libras por un vasito de té cuando lo habitual son tres. Se guardó el billete y se hacía el loco. Me le quedo mirando, me mira y le pido el cambio. Que no, que es así. Me pongo todo cabreado, le grito, toda la parroquia se entera y el tipo decide devolverme cinco libras. Que no, le digo que me devuelva más, y como niega le vuelvo a gritar, le llamo ladrón, le hago gestos de que luego le va a rezar a Dios sobre una alfombra. Se monta el lío    y un abuelete que no se cuál era su condición en el grupo, le pide mis 10 libras y decide entregármelas; supongo que lo de la referencia a robarme y al rezo lo entendió estupendamente. Personajes como este son los que acaban poniendo en duda la hospitalidad tan pomposamente contada de los pueblos árabes. Seguro que lo son, pero cuando el dinero aparece de por medio se va todo a la mierda. Si recordáis, esto mismo ya lo comenté desde Egipto.

Estoy en un sitio que pone hotel en la entrada.

Patio del alojamiento donde tambien derme gente. el calor lo permite

 Tomé un espacio para mi solo porque la alternativa era un lugar común de cinco literas. Mi cuerpo necesitó descanso y tranquilidad así que aquí estoy acabando el día. Me encuentro muy repuesto del cansancio. He comido, bebido mucha agua y solo he usado la bicicleta para acercarme a ver un complejo arquitectónico cuyas fotografías colgaré en la entrada siguiente.



ENLACE a fotografias del
Complejo arquitectonico GABEL BARKAL y PIRAMIDES

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8 Reencuentro con la policia

27 de noviembre (domingo). Normalmente tengo que mirar el calendario de la para saber en que día vivo. Los viernes me marcan bastante y debo tenerlos muy presentes porque al ser festivo cierra casi todos los negocios y buscar donde comer resulta difícil con bastante frecuencia.  En cambio hoy, que es domingo, aquí es un día corriente y todo absolutamente esta asequible al publico.

De mi jornada de ayer sábado,  y de hoy solo la policía ha puesto un toque distinto a la rutina de carretera, sol y calor. Es la primera vez desde que llegué a Sudan que  tengo un control policial. Al final de una recta apareció un todoterreno plantado al lado de unos obstáculos cruzados en la calzada y anexo, un pedazo de metralleta que quitaba el hipo. Todo fue un poco rutinario aunque el hombre, joven él, que llevaba la voz cantante fue bastante quisquilloso y me hizo un montón de preguntas a través de un intérprete. Vieron los cien sellos del pasaporte y el documento original de registro de entrada al país. Todo correcto, puede usted marcharse… 

Y hacia el final de la jornada otro control policial. Esta vez de vehículos, creo yo. No les di opción a nada porque paré la bici y les pregunté si podría pernoctar allí mismo. Me venia genial el lugar, por kilometraje y porque ellos suponían compañía y seguridad.

Por supuesto, que podía quedarme, todo fue amabilidad y me indicaron un amplio espacio para elegir. 

El sitio tiene árboles así que elegí una sombra increíble. Un guardia amable me ayudo a empujar la bicicleta porque las ruedas se enterraban en la arena. Recuerdo que esto es puro desierto.

Monté la tienda ante la atenta y curiosísima mirada de los policías y de dos no menos curiosos chicos que esperaban algún transporte.

Cursillo de como instalar una tienda
Allí mismo, en una cabaña vieja hecha de cañas, una mujer tiene su negocio donde vende café, té y comida. Debo reconocer que aun siendo poco escrupuloso esta vez lo pasé mal al ver cómo ese mujer cocinaba,  pero especialmente “fregando” los utensilios de comer.

Fukets con agua y cabaña (al fondo) de la "cocinera"

Este dia yo tenía algo de diarrea. La desgracia quiso que me sirvieran un té agelgazante y solo después de tomarlo pude leer en la caja de que e trataba realmente. Huelga decir  que visite la letrina más de lo que hibiese deseado.

Agua tenían en el puesto en abundancia pero utilizaba solo dos cubos, uno para frotar con las manos y el otro para aclarar. Lo siento, procuro no ser muy crítico con estas costumbres tan extendidas por todo el país pero el simple sentido común te dice que puedes recibir cualquier germen, microbio u otra mierda cualquiera de los usuarios anteriores. Y dicho esto, no me  queda mas que admitir que si quiero comer cada día tengo que ser uno mas y actuar en consecuencia. Ya digo que habitualmente no tengo problemas, pero a veces, como ayer,  cierro los ojos y “padentro”. Digo yo que de algo me servirán la tonelada de vacunas que traigo puestas de España, jajaja.

Pues eso, que todos los polis se portaron genial y esta mañana antes de que el sol asomara por el horizonte ya me tenían preparado un cafelito caliente. Desde luego, ellos se lo pasaron pipa viéndome montar y desmontarla tienda de campaña. El mas simpático hasta se atrevió a entrar en ella para probarla. Y probó la bici cargada con todas las alforjas que yo pensaba que se iba al suelo y me dejaba allí tirado.

Esta mañana de domingo tuvo un par de anécdotas ligeramente desagradables. Por primera vez, un crio como de diez años me lanzo tres piedras mientras circulaba por la carretera. Solo él, es cierto, tenía varios otros  niños al lado y ninguno participó. Menos mal porque el muy cabronazo tenia buena puntería. Paré la bici y le metí tales gritos que se entero todo el pueblo. No más allá de un kilometro tres tipos adultos corren hacia mi gritando que parara. La prudencia obliga y nunca lo hago, la verdad, pero esta vez uno de ellos casi me engancha la parte trasera de la bicicleta. Afortunadamente metí un quiebro y un golpe de pedal y pude evadirme. Me pregunto que pasaría si me hace parar. Mejor no lo imagino.

Y llegó la  hora de pernoctar hoy, así que buscando dónde, aparece otro control policial de carretera y vuelta a preguntar. Me han dirigido con gestos a esta gasolinera donde me encuentro y ya tengo asignado camastro dentro de un edificio anexo que nadie usa. Me parece un lugar estupendo y que además evita que pasee trabajo instalando la tienda.

Lo mas agradable del día es haberme encontrado con Ali, un solete de niño de siete añitos. Está vendiendo bolsitas de productos secos a los clientes de la gasolinera.

Ali, vendedor a tiempo parcial de sus productos secos

 Sí, me responde, esta mañana fue al  colegio. Le compro dos bolsas de lo que a él más le guste y le entrego una; me mira sorprendido, sonríe y se la come allí mismo. 







7 SUDAN (Dongola)

25 de noviembre. Después de dos días he vuelto a juntarme  con  el rio Nilo y hoy si podré ducharme y lavar ropa; no siempre es posible el aseo. Esta Guest House de Abri tiene grandes posibilidades y un emplazamiento inmejorable al lado del Nilo.

Estas dos jornadas han sido muy duras por un doble motivo. De una parte está mi perdida de entrenamiento por culpa de lo poco que pude andar en bicicleta por Egipto. Por otro lado, el tremendo calor que hace en este tramo de desierto que hice en dos etapas, de 85 y 90 km respectivamente. A las 12 de la mañana la temperatura era muy elevada, y a las dos de la tarde decidí parar porque mi cuerpo se negaba a permanecer aguantando los 38 grados del momento. 

Eran las cinco de la tarde y casi dormido, mientras esperaba que pasaran esas horas inútiles veía como el termómetro marcaba 35 grados a la sombra. Increíble.

Paré en uno de esos lugares de carretera donde hacen alto gente que trabaja en las cercanías o pequeños transportistas  con problemas de mecánica. Por supuesto que no aparece en los mapas.
Lugar de parada en medio de la nada

Mi dormitorio
Yo pensaba montar  mi tienda de campaña porque no contaba con este lugar. Dicho sea simple y llanamente es un sencillísimo sitio donde tomar un bocado, una coca cola y dormir en un catre simple y sucio por menos de un euro. Nada de ropa de cama, nada de ducha, ni tan siquiera aseo para hacer tus necesidades. La cuestión es sencilla, coges una pañuelo de papel y te alejas hacia el descampado tanto como el pudor te exija.

Mi corta estancia  consistió en tomar un plato del recurrente Ful, que se cocina siempre en cualquier lugar de Sudan y otros países árabes. A partir de ahí el aburrimiento fue total porque no me veía con ganas de hacer nada  salvo estar adormilado en una silla  escapando del calor. Compartí café y un poquito de charla  con un chico que chapurreaba ingles pero tristemente la conversación fue corta y nada interesante dadas nuestras dificultades de comunicación

Mi mejor entretenimiento fue estar muy atento  observando a las personas, todos personas sencillas  tratando de aprender de ellos y de sus costumbres. 

Alrededor de las 6 el sol se pone y oscurece muy rápido. Al no haber comida elaborada me conformé con una tortilla francesa, un té, y me acosté pronto. 

Difícil conciliar el sueño entre el calor tremendo y el  cansancio acumulado. Fuera se oía el ronroneo irritante del motor del generador de corriente eléctrica. El volumen de la tele era muy elevado y algo mas alejado alguien trabaja en el motor de un camión alumbrándose con una lámpara; de vez en cuando intenta arrancar el motor. Unos cuantos clientes se juntan en un rezo antes de irse a dormir. Una de las personas dirige  el acto.

Aquí no hay camas, son unas típicas literas de uso muy extendido por todo el país.

En síntesis, es como un somier con patas solo que la zona sobre la que se descansa no es metálica, esta formada de tiras entrelazadas de goma o similar. Este sistema es utilizado en algunos alojamientos y las usan en patios abiertos o en zonas tapadas por cornisas. Lo normal es que se acompañe de una delgada colchoneta. En este lugar donde me alojé va simple y llámenmele la litera, nada más. Algunos de los clientes se acuestan al raso absoluto y se envuelven en una manta. Uff, solo pensarlo ya me da calor.

27 de noviembre. He llegado a Dongola, una de las ciudades mas importantes del norte de Sudan, Estos dos últimos días recorrí 233 km, una buena distancia que  debo agradecer a la ayuda del viento y a que mi forma física ha mejorado considerablemente.

Sé que el Sahara de Sudan no me abandonará mientras no llegue mas allá de Jartum, por mucho que el Nilo esté cerca. Hasta el momento he rodado mucho desierto, y el algunos casos se ha hecho francamente duro. Por supuesto que el calor sigue siendo enorme y junto a las larguísimas rectas representa un real ataque a mis defensas mentales. Cada día ha sido un verdadero reto, físico de ocho o nueve horas de pedaleo, sí, pero mucho mas psicológico. Moverse solo en un viaje de esta naturaleza requiere de un gran control de la mente.

Esta ultima noche  la pasé de nuevo en medio de la nada. Cargué agua suficiente y tenia pasta para cocinar así que iba con la idea de que fuera cayendo la tarde y plantar la tienda de campaña. De nuevo apareció uno de estos lugares como caído del cielo y aproveché para dormir sobre una de esas hamacas de las que hablaba antes. Eso si, le dije al encargado que pagaba por cenar pero no por dormir así que él aceptó y yo me quedé. 

El sito era lo mismo, muy cutre y muy sucio. Es verdad que estás en medio de un desierto donde solo ves, pisas y respiras arena pero tampoco se molestan lo más mínimo para adecentar o mejorar cualquier instalación que está al servicio de la gente.
Letrina

Podría hablar de como no tienen ducha pero si un espacio dentro de un contenedor para asearse con el agua de un cubo. Yo pensaba que se echaban el agua por encima pero no, el cubo dio para el aseo de dos personas que me precedieron. En fin, que el desierto te condiciona en muchos aspectos pero de las cosas propias uno es responsable o no, limpio o no.

Voy a quedar en Dongola dos noches porque mi cuerpo necesita mucho descanso. No me preocupé demasiado de buscar hotel, caí en el primero que me indicaron y no voy a hablar de como esta porque es una redundancia de todo lo que cuento sobre la falta mas absoluta sobre limpieza y dejadez personal. A ver, me jode ser crítico con estas cosas pero es que piden unos precios absolutamente fuera de lugar para no disponer de una simple pastilla de jabón o una sábana. La verdad es que el tema alojamiento da para escribir un buen libro, gordo donde los haya, pero no merece la pena.


ENLACE a FOTOS (tramo Wadi Halfa a Dongola)