martes, 8 de noviembre de 2016

3 Escoltado por el Nilo

Dia 7 y 8 de noviembre – Escoltado
(Recomendable esta entrada para futuros viajeros de viajes no organizados)

Comienzo por aclarar que la policía que me ha cuidado estos días ha sido, y sigue siendo respetuosa, amable y hasta simpática conmigo.

Mi primera opción para llegar hasta Luxor era salir de El Cairo a través del Desierto del Oeste siguiendo la Ruta de los Oasis. Estos días de estancia en Giza, algunos locales del lugar consiguieron que cambiara de ruta porque les parecía un viaje peligroso. Bueno, heme aquí ahora sufriendo las consecuencias de otro peligro, no se si real o imaginario, aunque supongo que mas lo primero dado que alguien se esta tomando mi seguridad personal con exagerada pulcritud (eso creo yo) y puedo asegurar que no permanezco sin control desde hace 48 horas.

El día 7 recorrí sin problemas unos cuarenta kilómetros, que sumados a los del día anterior dan 170. En todo ese tramo ni vi ni un control policial ni un policía. Yo sabia por otros viajeros de vicisitudes similares pero me fui confiando. Hasta que llego el inesperado primer control en carretera. Me arrimé a una furgoneta para no ser visto pero fui cazado igual. Esto debió ser pasado el lugar llamado Kafr Mansur La verdad es que se me escapan de la memoria los lugares y los kilómetros, tal fue lo inesperado de lo acontecido.

Pues eso. Parada e invitación a entrar  en la oficina del comandante de puesto. Siéntese, “wait five minutes”. Un tipo con dos estrellas en el uniforme y guapo de telenovela, me ofrece té mientras su pistola y su cartera reposan en la mesa frente a mi a medio metro. Llega otro tipo con las mismas estrellas, hablan, uno se cabrea (¿?), suben la bici a la parte trasera dos polis a una orden del jefe y me ofrece un lugar en el asiento delantero, a su lado. No hay explicaciones, sí sonrisas y amabilidad. Yo alucino. Minutos después hace alto en la carretera y me dice el jefe que lo acompañe, es una tienda de comestibles, me urge a que elija un bollo y  le digo que no poniendo cara de gilipoyas. Insiste y finalmente acepto y él añade una botella de agua. Ahora si sospecho que vamos lejos. Un tiempo indefinido después me  trasladan a otro vehículo que espera. Mi cara debe ser un poema pero no digo ni mu. Acordamos que me quedo a dormir en Menia. Me buscan un hotel que resultó asqueroso y trate de dormir algo; imposible entre tanta suciedad de ese antro, los nervis del día y los putos mosquitos que se cebaron en mi.

Día 8 de noviembre. Me apresuro para salir temprano ya pedaleando. Bajo a la entrada con las mochilas en la mano. Un acertijo: ¿Imagináis quién estaba a la puerta del hotel?..., Sííi, premio, estaban cuatro policías con una taza de té el la mano a pie del coche patrulla. Que me van a sacar de la ciudad, me dicen, mira qué amables, me digo. Pero que no, que ellos hablan en árabe y parece que yo interpreté mal. En fin siguen carretera adelante, nada de explicaciones, y así toda la mañana de un coche a otro hasta cuatro. Ojo, cada coche siempre cargado de cuatro miembros y sus armas reglamentarias, que a la pistola mencionada del guapo de ayer he conocido los fusiles y subfusil ametrallador como si fueran propios. Tuve que mear, claro, vigiladito, no se nos vaya a perder extranjerito, jejeje. En uno de los cambios de transporte, ya un poco jodido, le dije al de las estrellas que quería seguir en bici: “yo turista, yo querer moverme solo”. Bueno, puso cara de cartón y me señaló al unísono su teléfono móvil y el hombro. Entendí pronto: “que el jefe dice que subas y que dejes de joder”. Y nada, obediente que soy  elegí la población donde dormir, ellos no me ponen una sola pega. ¿”Hotel low”? Me pregunta el conductor con animo de ayudarme. Muevo mi mano con el gesto clásico y lo acompaño de un “medium”. Me entiende y se lanza a buscarlo.

Estoy en Asuyt en un hotel bastante decente pero sobre todo limpio. 12  euros noche.

Lo último acontecido del día es muy aclaratorio: Acordé con la recepción del hotel que después de comer pedíamos un taxi e íbamos a Vodafone a comprar una tarjeta de Egipto para mi móvil. Vuelvo de comer y  me dicen que me espera un coche en “five minutes”, pero…, ¿Quién me espera?, jajaja, pues claro, un coche patrulla con tres polis y otro con estrellas. Coño, yo alucino y empiezo a preocuparme. Bueno, entran dos de ellos en la oficina de Vodafone conmigo, hablan con la recepcionista, me sacan el numero, y esperamos. En mi vida vi tantos ojos fijándose en mi y vete a saber, pensando quien coño seria ese tipo occidental con barba blanca y pulseras de marica en las dos muñecas. Me atienden, le chapurreo cuatro cositas en ingles al dependiente y lo pilla a la primera, es un milagro, jajaja. Acabamos. El dependiente me transmite de parte de los polis (solo hablan árabe) que si quiero ir a algún sitio más. Coño, que si, ya puestos quiero ir a una farmacia. Me llevan, el dueño habla ingles, este si, pero el muy cabronazo me dice con una media sonrisa muy zorra que yo no lo hablo. En fin, que lo consigo y ya tengo mi repelente de mosquitos del repelente dueño.

Y aquí estoy, escribiendo esto porque necesito contarlo a otros viajeros posibles, necesito mostrar mi asombro, mi cabreo, mi comida de coco, y porque no decirlo, mi agradecimiento porque parece que todo se hace en aras a mi seguridad. Solo he conseguido que me digan que cierta zona es conflictiva, no se porque, pero lo imagino y porque los chicos del hotel han sido algo mas concretos y algo me han dicho. Podéis imaginarlo sabiendo lo que ocurre por el mundo islámico.

Salí del hotel a comprar unas cosillas y uno de los recepcionistas estaba tan preocupado que no me quitaba ojo. Pobre…

Mañana necesito reponer ánimos. Ahora estoy seguro: pasado mañana mi escolta estará esperándome a la salida del hotel.

Si habéis llegado hasta aquí leyendo es que estáis muy aburridos, pero mucho, mucho, jajaja.